La belleza no era la perfidia que él imaginaba, sino más bien una tierra inexplorada donde uno podía cometer mil errores fatales, un paraíso salvaje e indiferente sin postes indicadores que señalaran lo bueno y lo malo.
Pese a todos los refinamientos de la civilización que conspiraban para producir arte -mareante perfección de un cuarteto de cuerda o la irregular grandeza de los lienzos Fragonard- , la belleza era algo salvaje. Era tan peligrosa y anárquica como había sido la tierra eones antes de que el hombre tuviera el primer pensamiento coherente en la cabeza y escribiera el primer código de comportamiento en tablillas de arcilla. La belleza era un jardín salvaje.
De Anne Rice. Es una pequeña parte de "Lestat, el vampiro". Aquí -mas allá de que sea un fragmento- se ve puntualmente la forma de narrar que es una característica de ella a lo largo de todas las crónicas vampíricas de la cual forma parte éste libro. El juego del bien y del mal en todo, las referencias constantes a artístas, lugares, hechos históricos, etc; de la época en la cual se desarrollan los hechos.
ResponderEliminar